Muchas veces creemos que por el mero hecho de ser padres tenemos la razón absoluta, sobre lo que opinan nuestros hijos y usamos demasiado la dictadura en lugar de la democracia.
Nuestros hijos son personitas que están aprendiendo muchas cosas en muy poco tiempo. Mi hija mayor tiene ahora mismo tres años y medio y a pasado de no moverse en la cuna a correr como una loca de lado a lado. Y mi hijo ha pasado del llanto desconsolado al llanto un poco más controlado. Al ser un bebé de alta demanda la verdad es que lo pasa un poco mal con los cambios bruscos e inesperados.
Acompañarlos en sus fracasos y ayudarlos a conseguir sus metas, compartir sus triunfos y sus penas. Avanzarles lo que va a pasar, saber lo que van ha hacer en cada momento, les ayuda a planificar y adelantar acontecimientos.
A nosotros nos funciona muy bien. El día que les adelantamos lo que vamos ha hacer y cómo se tienen que comportar, refiréndome a dar besos al entrar y cuando nos despedimos de la familia, cuando vamos con amigos y sus hijos también les explicamos lo qué haremos.
Pero cuando el cansancio asoma y cuando no han podido hacer una siestita, aunque sea corta, se ponen insoportables. Es entonces cuando más hablamos con ellos, les aportamos toda la paz y serenidad que podemos, aunque el Goliat del cansancio asoma más veces de las que queremos. Es una guerra que sabes que vas a perder, pero al menos intentamos no perder la calma ni exigirles más de lo que sus pequeños cuerpos pueden aguantar.
En la mayoría de ocasiones aguantas carros y carretas, pero a veces pierdes los nervios ya se su cansancio se une con el tuyo y haces cosas que no querrías hacer, como pegarles un grito o cogerles de la mano y estirarlos. Tengo que decir que eso ocurre cuando ya no puedo más y para darles un toque de atención a su mal comportamiento.
Pero lo que nunca, nunca, NUNCA hago es pegarles. El pegar lleva a un mal ejemplo para ellos, y luego serán ellos los que pegarán... Aunque no ven el ejemplo de pegar en casa, la peke tiene unas manos voladoras muy importantes y reparte más tollinas de las que debería. El enano al llenársele las narices, también reparte. Eso me desmotiva y entristece, incluso a veces no sé cómo actuar, no le doy importancia a su mal comportamiento, o les regaño y le doy más importancia de lo que se merece?
Nosotros les damos mucho cariño, amor, mucho diálogo y palabras más que gritos, ya que eso es lo mejor para todos. Hablamos todos por los codos, e incluso a la hora de comer/cenar nos interrumpimos unos a los otros y casi tenemos que ir dando turno de palabra para contar lo que queremos jajajajaaaa... Ellos también tienen cosas que decir, sienten la necesidad de explicar sus experiencias, logros, penas... Y nosotros por ser más mayores no tenemos más derecho ni más razón que los pequeños.
Nosotros nos equivocamos igual que ellos y el aprendizaje es compartido, ellos a ser hijos y nosotros a ser padres, que no es una tarea nada fácil. Vale más un abrazo ahora que una pelea a los quince años... El comprender sus necesidades y darle solución a sus problemas con amor se soluciona mucho mejor. Si les entiendes ellos te responderán mejor.
A nosotros nos funciona muy bien. El día que les adelantamos lo que vamos ha hacer y cómo se tienen que comportar, refiréndome a dar besos al entrar y cuando nos despedimos de la familia, cuando vamos con amigos y sus hijos también les explicamos lo qué haremos.
Pero cuando el cansancio asoma y cuando no han podido hacer una siestita, aunque sea corta, se ponen insoportables. Es entonces cuando más hablamos con ellos, les aportamos toda la paz y serenidad que podemos, aunque el Goliat del cansancio asoma más veces de las que queremos. Es una guerra que sabes que vas a perder, pero al menos intentamos no perder la calma ni exigirles más de lo que sus pequeños cuerpos pueden aguantar.
En la mayoría de ocasiones aguantas carros y carretas, pero a veces pierdes los nervios ya se su cansancio se une con el tuyo y haces cosas que no querrías hacer, como pegarles un grito o cogerles de la mano y estirarlos. Tengo que decir que eso ocurre cuando ya no puedo más y para darles un toque de atención a su mal comportamiento.
Pero lo que nunca, nunca, NUNCA hago es pegarles. El pegar lleva a un mal ejemplo para ellos, y luego serán ellos los que pegarán... Aunque no ven el ejemplo de pegar en casa, la peke tiene unas manos voladoras muy importantes y reparte más tollinas de las que debería. El enano al llenársele las narices, también reparte. Eso me desmotiva y entristece, incluso a veces no sé cómo actuar, no le doy importancia a su mal comportamiento, o les regaño y le doy más importancia de lo que se merece?
Nosotros les damos mucho cariño, amor, mucho diálogo y palabras más que gritos, ya que eso es lo mejor para todos. Hablamos todos por los codos, e incluso a la hora de comer/cenar nos interrumpimos unos a los otros y casi tenemos que ir dando turno de palabra para contar lo que queremos jajajajaaaa... Ellos también tienen cosas que decir, sienten la necesidad de explicar sus experiencias, logros, penas... Y nosotros por ser más mayores no tenemos más derecho ni más razón que los pequeños.
Nosotros nos equivocamos igual que ellos y el aprendizaje es compartido, ellos a ser hijos y nosotros a ser padres, que no es una tarea nada fácil. Vale más un abrazo ahora que una pelea a los quince años... El comprender sus necesidades y darle solución a sus problemas con amor se soluciona mucho mejor. Si les entiendes ellos te responderán mejor.
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