Ayer por la tarde los dos pekes de la casa disfrutaron de jugar juntos, y por primera vez los vi interactuar como dos hermanos que se divierten jugando.
Ahora mismo la peque tiene tres años y siete meses y el enano tiene un año y siete meses. La que lleva la voz cantante a la hora de proponer algún juego es la peke, pero el enano también quiere decir la suya. Hay momentos de discusión y conflicto, pero cada vez son menos...
En casa tenemos una casita de plástico en la terraza (que es del enano), y un castillo de tela en la sala (que es de la peke). Cada uno tiene su refugio y su lugar de relajación, juego libre y uno no puede entrar en el lugar del otro sin pedir permiso y que el otro le deje. Usamos la técnica de la tortuga que podéis ver lo que es aquí y aquí.
Mi sorpresa vino cuando los dos estaban como motos sin freno y a todo gas. Pensé me espera una tarde movidita. Como el enano es muy movido y contagia a la peke, me estoy estrujando las ideas para que se acaben las discusiones, conflictos y demás. Entonces pensé en no intervenir en lo que hacían, sólo estar de observadora de su comportamiento y sólo intervenir en los momentos más críticos: cuando de puedan hacer daño.
Parece que me fue bastante bien, porque ellos mismos resolvían sus propias "broncas" y "peleas". En un momento la peke llamó al enano para que se metiera con ella en el castillo. Allí jugaron casi media hora, haciéndose cosquillas, riendo, contando historietas y con una relación muy abierta y divertida.
Se lo pasaron genial los dos juntos y de rebote yo, que pude estar un rato sentada en el sofá disfrutando de sus carcajadas y juegos. Luego para celebrarlo hicimos entre los tres un pastel para papá. Nos lo pasamos pipa ensuciándonos de harina, chocolate, probando, mezclando...
Espero que sean muchos más los días de disfrutar de sus juegos, diversiones y caricias. Lo mejor de todo cuando los dos vienen corriendo para abrazarte, te llenan de besos y abrazos y dicen: "¡Te quiero mucho, mamiiiiii!"
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